Seleccionar página

ADIÓS A ALEJANDRO ARMENGOL: UN PERIODISTA CUBANO PARCIALIZADO CON LA JUSTICIA

ADIÓS A ALEJANDRO ARMENGOL: UN PERIODISTA CUBANO PARCIALIZADO CON LA JUSTICIA
<span class="bsf-rt-reading-time"><span class="bsf-rt-display-label" prefix="Tiempo de lectura"></span> <span class="bsf-rt-display-time" reading_time="4"></span> <span class="bsf-rt-display-postfix" postfix="mins"></span></span><!-- .bsf-rt-reading-time -->

Adiós a Alejandro Armengol: Un periodista cubano parcializado con la justicia. Cuando sobreviene la muerte de una persona cercana, querida, queda el sabor amargo del día después posible. La desaparición física mutila procesos, acuerdos, compromisos, y convierte las despedidas casuales en definitivas. Por eso, la muerte del escritor y periodista cubano Alejandro Armengol (1949 -2024), sucedida el pasado jueves 21 de marzo, provocó en su colega Wilfredo Cancio Isla la desazón del encuentro trunco, de la deuda pendiente.

Cancio Isla refirió en el obituario que le dedicó en el medio independiente Café Fuerte, que recibió la noticia de sopetón, “horas después de haber ocurrido, y como siempre me sucede con los amigos y los colegas que compartimos una época ya definitivamente ida, me produjo un impacto doloroso y perturbador. Entre la detección de un cáncer de páncreas y su deceso en Miami mediaron apenas nueve días”.

Su muerte, apenas presentida luego que se le diagnosticara una enfermedad terminal a la que solo sobrevivió menos de dos semanas más, también dejó interrumpida su labor como director editorial de la revista Cubaencuentro, cargo que ocupaba desde 2010.

Cuando la muerte irrumpe de manera tan imprevista, los amigos y colegas se lanzan a escribir los adioses con el temor de no honrar lo suficiente, y la sorpresa encabeza los textos como especie de justificación con el ser querido al que nunca se le homenajeará lo suficiente. Cubaencuentro refirió por eso que “la noticia de la muerte de Alejandro Armengol ha sido un golpe muy doloroso, a lo que además se añade que fue algo inesperado. La enfermedad que acabó con su vida se le declaró hace apenas diez días, de modo que nadie podía imaginar que actuaría de manera tan fulminante”.

La muerte no es la única que apareció a toda velocidad en la vida de Armengol, pues Wilfredo Cancio lamentó también que el encuentro prometido entre ambos poco tiempo atrás, no pudiera consumarse por las prisas contemporáneas.

“Me golpea doblemente esta muerte porque me repite una tendencia que vengo arrastrando a tono con la precariedad y la prisa con que vivimos actualmente en tiempos incómodos, especialmente para quienes seguimos apostando por la faena intelectual, el periodismo y el apego profesional en medio de un vendaval de improvisación y bisuterías. La tendencia de aplazar encuentros provechosos en virtud de otras tareas de sobrevivencia que terminan por alejar definitivamente la posibilidad del intercambio presencial, postergado por el cruce de mensajes virtuales”. La ausencia definitiva subraya las ausencias previas que pudieron evitarse con solo postergar algún asunto, a favor de una conversación cara a cara.

Más con una persona como Armengol, que al decir de Cubaencuentro, “tenía opiniones propias, que muchas veces no coincidían con las que son dominantes en la comunidad cubana del exilio. Eso molestaba a algunos, que lo hicieron blanco de sus ataques. Aunque nunca dejó de ser crítico con el régimen cubano, pensaba que no debe haber restricciones a la hora de hablar de lo bien y lo mal hecho, tanto en Cuba como en Miami.


¡Descarga la aplicación de Conectados Today y no te pierdas nada de la actualidad de Cuba!

https://cutt.ly/mwQz4K7T


Bajo la divisa confesa de que “en muchas ocasiones, somos más certeros cuando nos libramos de esa carga de limitaciones y nos parcializamos en favor de la justicia”, Armengol analizaba con punzante criterio el contexto de la prensa del exilio, sobre el que escribió que “no todo el periodismo destinado a mostrar los desmanes causados por el gobierno de La Habana cumple los requisitos mínimos de calidad. Una parte de lo que en esta ciudad se escribe y dice en contra de Fidel Castro resulta reiterativo, cansón y aburrido, cuando se le analiza en función de la cantidad de información nueva que aporta. Ello no impide que estos materiales cautiven a un público ávido, personas deseosas de que a diario les cuenten lo mismo”.

Y a la vez, no reblandecía sus opiniones sobre la dictadura castrista, sobre la que llegó a escribir hace 8 años en Cubano por el Mundo, con cierto aliento martiano en el estilo y la intención: “con el gobierno de Raúl Castro los cubanos han logrado ser menos iguales unos que otros, pero entre ellos: lo que sigue siendo muy difícil es ser como un extranjero. Vaya país que se establece en colonia y metrópoli al mismo tiempo, y declara inferiores a sus nacionales”.

En otro texto publicado en el mismo medio independiente, señaló que “el gobierno cubano comete un error, cuando confía en la eficiencia probada de su mecanismo de represión preventiva para dilatar la solución de los graves problemas que enfrenta el país”, pues “los represores son, al mismo tiempo, grandes reprimidos”. Así, “lo que es una victoria de la censura se traduce en una derrota de la creatividad, en el sentido más amplio de ambos términos”.

Cubaencuentro señala que “fue siempre una voz crítica y en ocasiones incómoda, pero necesaria en nuestro ámbito. Lúcido en sus análisis, culto, desenfadado, en cada aproximación al tema cubano y al escenario de Miami, que escudriñaba con fino escalpelo. Sí, polémico, pero sus columnas y aproximaciones al acontecer político, social y cultural que enfrentamos fue un aporte sin dudas esencial”.

Alejandro Armengol cursó estudios de Ingeniería eléctrica y Física nuclear en la Universidad de La Habana, y egresó de esta institución con los títulos de Psicología Sociología, pero se decantó pronto por el periodismo. Exiliado en EE.UU desde 1983, a partir de 1993 fue columnista de El Nuevo Herald, y durante más de 15 años fue editor de mesa de este medio.

Cancio Isla resalta en su adiós, que “su pasión por el cine surgió en Cuba, donde fue inspirado colaborador de la revista Arte 7, vinculada a la Universidad de La Habana. El proyecto luego sucumbió en medio de la burocracia y los controles editoriales, como casi todo en los predios universitarios de los años 70. Quedó luego el Plegable de la UH, que no pudo tener mejor nombre en materia de obediencia oficialista”.


https://www.cubaencuentro.com/cultura/noticias/fallece-en-miami-alejandro-armengol-343699

Sobre el Autor

Editorial

Editorial

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *