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EL HAMBRE QUE NOS TOCA

EL HAMBRE QUE NOS TOCA
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El hambre que nos toca. El hambre se expande por el archipiélago cubano. El colapso de la ‘canasta básica’ que tiene más de 60 años, pone en evidencia la improductividad del sistema. De nada le sirve al cubano esos alimentos importados subsidiados, cada mes más meguados, cuando su contraparte, la agricultura nacional, es incapaz de abastecer al país. La culpa según el gobierno es del bloqueo imperialista. La culpa, según los cubanos de a pie, es de un gobierno totalitario que asfixia todo lo que huela a emprendimiento fuera de su control.
 Ahora, los cubanos parecemos controladores marítimos. La pregunta nacional es ¿cuándo llega el barco de arroz?. En la mesa redonda informaron a finales de noviembre, que el arroz de diciembre estaba garantizado, pero no dijeron para que fecha. Así, 10 millones de cubanos están mirando al mar, oteando el horizonte para avistar un  barco de arroz, que no llega a puerto.
Comer en Cuba ya es un privilegio porque la norma es pasar hambre. La mayoría se salta el desayuno. La harina para el pan está en manos de las mipymes, la de la panadería está por llegar. Sin leche, yogur, jugos o café, el ayuno es natural. Se va a la escuela o al trabajo sin nada en el estómago y a ver qué se inventa en el camino.
Los vaivenes del pan llevan a los desesperados padres a optar por no enviar a los niños a la escuela. Sin desayuno, ni merienda es imposible un aprendizaje óptimo. Este ausentismo escolar justificado, denunciado ya por las manifestantes de Maisí y otras zonas rurales del país, se extiende a las ciudades. En Santiago, Katerine, madre soltera de una niña de 6 años dice que “ya mal comemos todo el tiempo, sin desayuno, ni merienda, los niños se desmayan. Por eso no envio a la niña cuando no llega el pan de la bodega, que es casi siempre, no puedo pagar el pan de la mipyme. Toda la plata se gasta comprando arroz, para tener una comida por lo menos”.
 Transeúntes desfallecidos hay por todas partes. Son frecuentes en las colas de los cajeros. Allí, los ancianos que amanecen para cobrar la pensión, colapsan entre el stress de la cola, la inanición y los achaques.
La escasez de alimentos lleva a ciudadanos como Teresa a desconectar su refrigerador. “Me di cuenta que estaba consumiendo electricidad por gusto. Yo nunca me había visto sin nada,  con el refrigerador vacío. Estoy comprando diario lo que vamos a comer y no sobra nada para guardar”.
La incapacidad del gobierno comunista para sustentar a su pueblo es una realidad reflejada en la libreta de abastecimiento. Los alimentos normados sobrevivientes: 7 libras de arroz y 3 de azúcar. Granos como el frijol y el chícharo, el café, y la sal se ofertan “si llegan”. No es de extrañar que en las redes se creen fake news que anuncian la próxima desaparición de la libreta. El portal Cubadebate, y su director Randy Alonso, fueron diligentes en denunciar la falsa nota atribuida a su medio. Y con razón, la eliminación de la libreta puede dar motivo a un levantamiento popular. Mientras, el hambre sigue haciendo estragos en la población cubana, sumida en la pobreza extrema y con una crisis económica sin pronóstico de final.
Maricel Nápoles González

Maricel Nápoles González

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