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CRÓNICA DE UN HOSPITAL INFANTIL EN CUBA

CRÓNICA DE UN HOSPITAL INFANTIL EN CUBA
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Crónica de un hospital infantil en Cuba. Para Alina, cambiamos su nombre para proteger su identidad, es una tragedia estar ingresada con su hijo en la Colonia, como popularmente se le conoce al hospital Clínico quirúgico infantil Antonio María Béguez César de Santiago de Cuba. Ello se debe a los retos materiales y médicos, a los que tienen que enfrentarse los familiares de los infantes para lograr su recuperación. Este es su testimonio:

“No tengo quejas del personal médico, el grave problema aquí es que el hospital está destruido, y la higiene deja mucho que desear. Limpian, baldean, pero la mugre, la peste no se va. Son muchos años sin reparaciones, lo sé porque aquí adentro casi todo, y no digo todo para no ser absoluta, está viejo, roto, descascarado, y le sumas las cucarachas de todas las especies por doquier a todas horas. Es triste estar en un hospital en Cuba”

“Estoy viviendo una pesadilla porque uno tiene condiciones difíciles en casa, pero una cosa es lo difícil y otra cosa es lo paupérrimo, aquí hay un deterioro total. Desgarra el corazón ver las condiciones de los niños y padres. En el cubículo Miscelánea A, que fue el primero en que me pusieron, había que llevarlo todo: sábanas, ropas para los niños, aseo, comida y por supuesto medicamentos”.

“De los niños ingresados había uno que llevaba 3 días tomando agua con azúcar porque no se sabe lo que tiene, y desde que ingresó no le han hecho ningún tipo de prueba, al no tener un diagnóstico, no saben si los síntomas son por ingestión de alimentos. Otro niño con una neumonía bacteriana que, gracias a dios, está mejorando, pero su madre no se despegaba de él por temor a que una cucaracha le entrara por el oído”.

“De hecho todas nos acostamos con los niños en la noche para cuidarlos de las cucarachas. Yo finalmente opté por quedarme despierta velándolas para matarlas con una chancleta porque no podía dormir con la preocupación.  Las cucarachas en esa sala eran de día, de noche, caminaban por la cama, es asqueroso aquello. Al final amanecimos agotadas para evitar más complicaciones para nuestros niños, y encontrarnos que no hay agua en todo el hospital. Así fue mi primer día”.

“La madre del niño con 3 días de ingresado sin hacerle nada, no sabía ya como calmarlo. Al niño la picazón lo tenía desesperado, le daban prednisona y se acabó, empezaron a darle benadrilina. Impulsada por nosotras, finalmente tuvo que ir a quejarse con la subdirectora del hospital que fue a hablar con los médicos de la sala. A partir de ahí fue que tuvimos una atención médica decente para los pacientes del cubículo. Le hicieron todo tipo de pruebas a todos los niños, y siempre pasaba una persona a pregurtarnos sí estabamos bien”.

“El tratamiento fue magnífico, es una pena que el hospital se esté cayendo a pedazos porque ellos no tienen como arreglarlo, inclusive el trato del personal no médico también fue bueno. Yo iba a buscar agua caliente a la caldera, y el encargado me ayudaba, y me explicó que el agua se tarda en calentase porque las tuberías de viejas están a punto de explotarse, que ellos viven cogiéndoles salideros, que hicieron un invento con una tubería que no es la que lleva, y ya los salideros volvieron”.

“Otra historia es la alimentación. El menú: arroz, chícharo duro y huevo hervido, sin condimento, ni grasa, ni nada. Mira, esa comida está tan mala que no se la comen ni los perros que están allí en el hospital, que por cierto hay una cantidad de perros enorme que no entiendo qué hacen allí”.

“Se pasa hambre allá dentro si no te traen comida de tu casa, y si tienes dinero, puedes comprar en la mipyme. Sí porque dentro del hospital hay una mipyme carísima con de todo. Imagínate que un paquete de galletas costó 200 pesos, y también hay muchos vendedores ambulantes por los pasillos, incluyendo las enfermeras”.

“Se venden galleticas, caramelos, chupa chupa, bocaditos de jamón y queso, nueces, refrescos. Allí todos luchan su yuca, tú sabes, tráfico de recetas y de medicamentos. Como es un hospital infantil, le piden el carnet de identidad de los niños a los padres para ponerlo en la receta y poder comprarla. Y así va nuestra salud pública, siguiendo las indicaciones de Canel, es el mejor ejemplo de resistencia creativa.

https://diariodecuba.com/cuba/1701378169_51291.html

EL COMUNISMO EN CUBA: HAMBRE Y MISERIA

Maricel Nápoles González

Maricel Nápoles González

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