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LOS DESECHADOS DE LA REVOLUCIÓN

LOS DESECHADOS DE LA REVOLUCIÓN
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Los desechados de la Revolución. La última ley de pensiones dictada por el gobierno daña a la, que es sin dudas, la población más vulnerable del país: los ancianos, un sector en aumento debido al envejecimiento poblacional y la baja natalidad. Jubilarse en Cuba no es motivo de felicidad. El pronosticado descanso de la vejez se convierte en una espiral agónica de enfermedades sin medicamentos y hambrunas si vives solo o no tienes familiares en el exterior.
Juan Ramón tiene 69 años, y no tiene una pensión de jubilación. Está extremadamente delgado y sin dientes. “Tengo más de 40 años de trabajo” dice, “trabajé en la Empresa panificadora de Santiago de Cuba, en Renté, en la construcción, fui a zafras y me movilizaron en los sembrados de Laguna Blanca en Santiago para recoger plátanos burros. Me vine para La Habana a trabajar en un Contingente, pedí una licencia sin sueldo para cuidar a mi mamá en 2011 porque le había dado una isquemia, yo era su único hijo. Tuve que volver a Santiago y me dieron la baja a pesar de que les enviaba todos los meses la solicitud de licencia sin sueldo”.
“Más de cuarenta años de trabajo ya no significan nada”, dice Juan Ramón que vive solo, “aquí me ves haciendo tupamaros (cigarrillos hechos de picadura de tabacos) de los tabacos que compro, no tomo ni agua de azúcar, ni hablar de café y mi comida casi siempre es arroz pela’o porque con el dinero que busco arreglando sombrillas, cogiendo turnos en colas o haciendo encargos no puedo comprar nada más que los mandados, y alguna que otra vianda”.
Le pregunto por su familia, sobrevivir solo es difícil en la Cuba de hoy. “Tengo tres hijos y es por gusto, si no ayudan a su mamá con la que vivían cuando nos divorciamos, ¿qué puedo esperar para mí?”, ¿Pero con tus años trabajados puedes pedir tú pensión?, insisto. “Ya lo hice, pero me dicen que tengo que trabajar un año, que tengo que estar activo para solicitarla, dicen ellos que es la ley”.
No entiendo porque la ley dicta que debe estar activo un año para solicitar lo que acumuló en cuarenta con su expediente laboral en regla. La fragilidad de su cuerpo debido a su delgadez me hace pensar que está enfermo, y que no podrá aguantar un año de trabajo. Entonces: ¿te sientes con salud para trabajar?
“Estoy bastante sano”, dice, “tengo un problema menor en la próstata que hasta ahora no molesta. Pero no voy a trabajar, primero voy hacer una demanda a mi empresa en el Tribunal laboral, si pierdo, entonces trabajaré de custodio por un año en algún lugar, ya es el único trabajo que puedo hacer”.
¿Y mientras tanto de qué vives? “Bueno cojo turnos en el banco, cuido casas vacías, limpio un jardín, y así voy tirando.
¿Viste la nueva ley que se publicó sobre las pensiones, sabes si te afectará?
“No lo sé, aunque creo que no. Según la ley parece ser para jubilados del sector empresarial. Yo trabajaba en un Contingente, mi pensión no va a llegar ni a 3000 pesos, lo sé por compañeros de trabajo que ya se jubilaron, y aquí ya nadie puede vivir con eso. Este gobierno no quiere a los viejos, parece que somos deshechos sociales”. Concluye Juan Ramón inhalando con fruición un recién encendido tupamaro mientras guarda el resto en una vieja caja de cigarrillos Hollywood roja.
Maricel Nápoles González

Maricel Nápoles González

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