27N: 3 AÑOS Y 3000 HORRORES DESPUÉS
27N: 3 años y 3000 horrores después. El 27 de noviembre de 2020, en medio del pleno azote de la pandemia del Covid-19 en Cuba, un grupo de cubanos, jóvenes casi todos, artistas e intelectuales casi todos, protagonizaron una de las más importantes protestas cívicas de la historia cubana reciente. Fueron convocados mayormente por el dramaturgo Yunior García Aguilera, a propósito del sitio y asalto de fuerzas de la Seguridad del Estado contra la sede del Movimiento San Isidro, fundado por el artista Luis Manuel Otero Alcántara.
Una huelga de hambre protagonizada por él y otros artistas y activistas no gratos al régimen dictatorial de Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, desató una final ofensiva contra el inmueble. Tropas disfrazadas de médicos y técnicos de la salud irrumpieron con un pretexto muy poco creíble, y terminaron secuestrando a los plantados.
García Aguilera decidió demandar al Ministro de Cultura, Alpidio Alonso, un diálogo que favoreciera la protección a los artistas cubanos que debería representar (cuando en la realidad su principal tarea es vigilarlos, controlarlos y reprimirlos si es necesario). Los desacuerdos de muchos con las posturas de Otero Alcántara y sus aliados, fueron puestos en segundo lugar cuando se trató de defender algo más allá de su opinión y sus acciones: el derecho a expresarlos sin temer ser censurado ni apresado, como continúa hasta el día de hoy.
Los presentes se reunieron bajo la divisa: queremos tener derecho a tener derechos. Ya las diferencias se resolverían en un ambiente democrático y seguro que apoyara la diversidad de opinión y su difusión libre de amenazas. La acostumbrada estrategia de obviar la multitud presente frente al Ministerio bajo el otro torpe pretexto de que Alpidio no se encontraba en La Habana, no surtió efecto. Los manifestantes se armaron de paciencia, mientras las fuerzas represivas se armaban para atacar en cualquier momento.
El final encuentro entre los funcionarios y los artistas resultó en un muy frágil pacto que fue minado y disuelto por el régimen a la primera oportunidad. Las verdaderas respuestas vinieron en la forma de violencia, intolerancia, prisión, estigmatizaciones de contrarrevolucionarios a todos los participantes. El régimen mostrando sus garras, el nuevo asno arañando y haciendo sangrar a la nación como nunca.
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El objetivo inmediato de esta protesta fracasó, así como fracasó el de la Protesta de los 13 el 21 de marzo de 1923, que este año conmemoró su centenario. Pero igual quedaron ambos acontecimientos inscritos en la Historia Nacional con letras de fuego. Muy a pesar de la “Revolución” y sus esbirros de camisas de cuadros. Como pocas veces, un grupo de cubanos se atrevieron a unirse y vieron que la unidad era posible. Un año antes, la orden dada por Mariela Castro Espín de no organizar la conga de la diversidad por el 17 de mayo, había sido desafiada por los que ella decía apoyar y proteger. Poco tiempo después, los protectores de animales lograron alzar carteles ante las instituciones responsables de la salud veterinaria en La Habana, y que solo se dedicaban a sacrificar animales callejeros sin piedad.
Al siguiente año, el pueblo cubano se lanzó a las calles. El gobierno se sintió arrinconado y atacó con furia y sadismo a su pueblo, declarándolos de una vez su enemigo jurado. Desapareció el último vestigio de nobleza tras el que la dictadura se escudaba. Martí lloró donde quiera que esté, y la injusticia tembló. El futuro de Cuba es más oscuro cada día, las esperanzas parecen haber muerto. Pero la historia absolverá a los protagonistas del 27N, del 11J y de los demás días en que la autoridad totalitaria ha sido desafiada. Fidel Castro quería ser él el absuelto, pero eso no será.
