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CAYO SANTA MARÍA, El TRADICIONAL MALTRATO

CAYO SANTA MARÍA, El TRADICIONAL MALTRATO
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Sinceramente, no me sorprende, aunque, por fortuna, no lo he sufrido en primera persona: no he ido, ni tampoco se me ocurriría.

Indignan los videos que nuestros compatriotas, aún abonando astronómicas sumas (ochenta mil pesos unos, cien mil pesos otros; en el rango de los trecientos y cuatrocientos dólares, al cambio informal cubano) han publicado en las redes sociales para dar fe que han sido víctimas de maltrato y malos servicios en el «Santa María Music Fest».

«Se prestaron para el juego de la mafia castrista», sentenció Sandra Lemoine, compatriota a quien considero una más de la familia

Indignan los testimonios hasta cierto punto, porque el turismo en la isla acostumbra a prestaciones alejadas de la excelencia que el régimen insiste en mostrar.

Buses que no llegan, paupérrimas mesas buffet, habitaciones sucias o con equipamiento defectuoso, nula señal de internet, ausencia de agua caliente en las duchas, vulgaridades del personal hotelero, etc…

Lo anterior es palpable, y el Estado cubano está cruzado de brazos empeñado en hacer mostrar al mundo un rubro de primera línea; lo anterior son características visibles desde hace considerable lapso— ¡me consta!—, e indistintamente para extranjeros y cubanos— integrantes de la privilegiada clase social fomentada por la ineficaz e ineficiente administración «liderada» por Miguel Mario Díaz Canel, egregio incompetente designado, no votado, que ocupa la silla presidencial en Cuba desde el 2018.

Recuerdo la conversación que sostuve con Carlos Rodríguez, distinguido economista paraguayo, en la sala de docentes de la Universidad Americana.

«Hace dos días regresé de su país, y me disculpa, Aldo, no vuelvo más», me comentó apenado.

Sucedió una noche de 2012 o 2013, no preciso exactamente, hace una década atrás.

«La playa muy linda, pero a Cuba le falta muchísimo. Prefiero ir a Punta Cana o a Cancún que a cualquier hotel de allá. Le explico. Estabas en la arena, tomando sol con un calor terrible, y la cerveza (dos o tres marcas, no había más) la servían caliente, el agua de tomar también caliente; si pedías hielo te daban dos o tres cuadritos, si volvías a pedir, te miraban con mala cara, o daban la espalda y te dejaban esperando. Mire, en Cancún o Punta Cana, el trago lo sirven con jugo natural; en Cuba, al menos a nosotros, nos los prepararon con jugo artificial. Un sabor desagradable, lo más parecido a un jarabe para la tos. ¡El servicio hotelero en Cuba deja mucho que desear, Aldo, allá no entienden que el cliente es lo más importante, que el cliente paga y tiene derecho a que le traten bien!. Me tuvieron que cambiar dos veces de habitación. En una el aire acondicoionado no funcionaba, en otra el aire acondicionado hacía un ruido intolerable, en la tercera nos quedamos, no sin antes mi esposa quejarse de que las sábanas estaban sucias y en el baño no había toalla. Nos cambiaron de habitación porque no les quedó más remedio. Después de mucha insistencia. El internet carísimo y malo. El sistema de pago por tarjetas es un inferno. Eso fue en el “Meliá Varadero”, pero estuvimos en La Habana cuatro días, y la situación no fue diferente. Lastimosamente, va a pasar mucho tiempo para que los turistas en Cuba sean bien tratados, porque me parece que la mala educación, y me apena hablar así, es parte de la idiosincrasia.

Conozco a muchos cubanos en Paraguay, su esposa y usted entre ellos, y da gusto el trato con ustedes, pero allá en la isla la situación es distinta. Me decepcioné de su país, profesor, disculpe que le sea tan sincero. La experiencia nos sirvió para convencernos de no regresar jamás».

La experiencia es convincente para un no retorno, menos con el objetivo de asistir a un festival musical organizado por el que todo lo dispone en Cuba: el Partido Comunista.

Una reflexión final: si en la isla nada funciona, es un desastre la salud, la educación, la economía, es infantil imaginar que «todo va a estar OK» en un festival de música organizado en Cayo Santa María.

Sobre el Autor

Aldo Luberta Martínez

Aldo Luberta Martínez

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