JUANA BACALLAO: LA REINA HA MUERTO, VIVA LA REINA

Juana Bacallao: La reina ha muerto, viva la reina. A la vida le tomó 98 años acabar con Juana Bacallao, que no todos los que deberían, saben que fue realmente bautizada como Neris Amelia Martínez Salazar. La show woman de Cuba nació en 1925. Era un año más vieja que la Reina de Inglaterra Isabel II, nacida en 1926, mismo año que Fidel Castro, y logró estar en el poder más que el dictador cubano, además de vivir más que él.

Pero Juana le ganó a los dos, coqueteó con el siglo de vida, y terminó muriendo en una fecha bien simbólica para Cuba. A partir de ahora, el Grito de Baire del 24 de febrero de 1895 tendrá que compartir honores con el deceso de Juana Bacallao. Su último bromazo. La Guerra de Independencia y ella.

Un día antes pasó por muerta, muchos lamentaron adelantados su partida. Pero ella no iba a morirse un 23 de febrero. Aguantó desde el lunes 19 para emular con la última guerra de independencia de Cuba. Así de grande se creyó y fue. Siempre fue un punto de tensión en el panorama artístico cubano, una verdadera rareza. Juana era inevitable, con su furibundo desparpajo, su humor ácido y su temeridad de mirar a los ojos de otras glorias del arte cubano como Alicia Alonso o Celia Cruz, y no reverenciarlas como entes superiores sino como compañeras de solar.

“Alicia, ya vine a tu show, vamos a ver cuándo tú vas al mío”, le “descargó” a la encopetada Prima Ballerina después de irla a ver bailar. “Celia, dame las flores y piérdete, que aquí, una de las dos, o tú o yo, es de la Seguridad”, le espetó en la cara a la famosa cantante en pleno Nueva York cuando esta la fue a felicitar por su actuación. Cuando la italiana Raffaella Carrá le preguntó en un programa de televisión cuál era su signo del Zodiaco, Juana la “mató” respondiéndole: “Calamar”.

Aunque se sabe que nació un 26 de mayo y le tocaba Geminis. Pero no era suficiente. Se merecía un signo solo para ella. Tenía su propia constelación. Fulgencio Batista se fue de Cuba mientras ella actuaba en un club gay llamado Intermezzo, detrás del Hotel Sevilla. Cuando la fueron a “evaluar” las comisiones que el régimen creó para parametrar el talento de los artistas, llegó ante Omara Portuondo, que presidía el comité que le tocaba, y le dijo que un incendio había devorado su vivienda, quemando todas sus partituras. Solo sobrevivió un papelito quemado que llevó como prueba, con la clave de Sol. Se ganó una A, la máxima categoría.

La irreverencia telúrica la caracterizaba. Era un rollizo terremoto, un centro de gravedad muy fuerte que atraía las miradas y las risas de todos. Como si hubieran lanzado una bomba en medio de la cultura de la isla.

Ante Juana se derrumbaban todas las jerarquías y sacralidades del arte. No era cantante, no era actriz, no era bailarina, no era humorista. Pero a la vez era todo. Fue la vedette cubana más extraña del siglo XX. Es difícil explicarla, pues era toda sensación, todo magnetismo. Aunque no puede calificarse de ridícula, sino que más bien ridiculizaba todo y a todos a su alrededor. Con ella no valían famas y aplausos, ella había estado ahí, antes que muchos. También le miró a los ojos a Nat “King” Cole, Bola de Nieve, Chano Pozo, Benny Moré, y “la echó” con todos en el escenario.

Juana es inclasificable. Era nada y era todo. Ponía en crisis a todos, públicos y artistas. Retaba cualquier tipo de marcialidad y solemnidad. Colocarla en el nicho de la “cultura popular” no es suficiente, aunque sin dudas convirtió la vulgaridad en un tipo de arte que no ha pasado desapercibido para nadie, ni culto ni ignorante. “Vacilaba” todo el espectro, desde lo intelectual hasta lo inculto. Vacilaba a la vida.

https://youtu.be/mH_kpitU6Yo?si=bMbvERucMfrP9WDu

CANCIÓN “PATRIA Y VIDA” REGRESA EN VERSIÓN SALSERA JUNTO A CELIA CRUZ Y ARTURO SANDOVAL