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CARTA 31 A DÍAZ-CANEL

CARTA 31 A DÍAZ-CANEL
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Carta 31 a Díaz-Canel Por: Leopoldo Ávila Jr. Te lo dije. Que se te iban a tirar de nuevo. El pueblo aprende, va tomando conciencia de que en la unidad está la fuerza, de que la presión social funciona. Más bien recuerda, pues bastantes protestas multitudinarias han marcado la faz de la historia de Cuba. Y que los bayameses hayan entonado el Himno de Perucho Figueredo revela una “continuidad” real para la que no estás listo ni tú ni Raúl Castro.

Lo que pasa es que mientras la sociedad de la isla, aunque de manera lenta, pero aprende, tú no aprendes, ni Raúl, ni los generales nonagenarios peladores de gallos y criadores de caballos. Ni la Machi, ni Marrero, ni Lazo. Y utilizan los mismos métodos de siempre, esperando resultados diferentes.

¿De verdad creías que apresando y torturando a más de mil ciudadanos en tus apestosas cárceles ibas a escarmentar al pueblo? Nada más te faltó ahorcarlos en medio de la Plaza de la Revolución. Raúl debe haber fantaseado bastante con eso. Pero aun no llegan ahí…aunque pueden llegar. Mientras más desesperados estén, mientras más miedo sientan, mientras tengan que subirse a techos más altos para evitar la furia ciudadana, tendrán que empezar a matar.

Vas a necesitar algo más que unas pocas libras de arroz y azúcar para tranquilizar a los santiagueros y los bayameses, y a toda Cuba. Ya no sabes por dónde va a sacar la cabeza el monstruo. Ayer San Antonio de los Baños, hoy Santiago, tu apreciada “ciudad héroe”, la fidelísima Santiago, donde está el “santo sepulcro” de Fidel. Refuerza la guardia en el cementerio que ahorita amanece con un cartel de Díaz-Canel Singao en el mismísimo pedruco.

Y aun así no van a poder detener a un pueblo al que no le han dejado opciones, al que matan de hambre, los ahogan en las sombras de los apagones de más de 15 horas, les pudres los pocos alimentos que consiguen meter en sus refrigeradores desérticos. Porque no acabas de darte cuenta de que este pueblo no sigue líderes a los que cortarles las cabezas. Sigue sus instintos, a su hambre, su furia, su desesperación, su consciencia de fuerza civil poderosa. Y en ese caso todos son líderes. ¿Verdad que se parece al comunismo? Ironías de la historia.

Te enfrentas a Fuenteovejuna. Todos a una marchan contra ti y tu dictadura roñosa, contra tu titiritero Raúl Castro, incluso contra Fidel Castro, contra quien no valen las piedras que lo mantengan boca abajo. Tendrías que meter en la cárcel a todos, tendrías que matarlos a todos.

Me imagino tu azoro y el de Raúl pensando cómo puede pasar un 17M si ya apresaron a todos los “cabecillas” y expulsaron de Cuba a casi todos los disidentes. Mal te salió la jugada. Por desgracia, Luis Manuel Otero Alcántara y Maikerl Osorbo no son líderes de multitudes. Ustedes pensaron eso y al meterlos en las prisiones de máxima seguridad durmieron tranquilos, pensando que muerto el perro…se acabó la disidencia. Pero no.

Los líderes aquí son el hambre y los apagones. Es la Guiteras que no cesa de averiarse, pues no da más de vejez, pasada ya su fecha de caducidad. Y la gran ironía es que para mover tus tropas de esbirros sí tienes todo el combustible del mundo. Todo el que te regala López Obrador, tu hombre en México. Entonces armas un círculo vicioso del carajo: le quitas el combustible al pueblo, para que cuando el pueblo proteste por los apagones, tener combustible para llenar los tanques de los camiones de los represores que los “meterán en cintura”.

¿Te has puesto a pensar eso? ¿No sería mejor ponerle la corriente al pueblo, y te evitas las tánganas? Pero no, eso es pedirles demasiado. Las dictaduras no funcionan así. Esas son las democracias. Y nada más lejos de la democracia que tu querida “Revolución”. Hay que recomendarle a la Real Academia de la Lengua Española que añada a Castro como antónimo de Libertad, y Castrismo como antónimo de Democracia. Y Díaz-Canel como sinónimo de sátrapa. Vaya, a ustedes que les gusta jugar con el idioma y llamarle coyuntura a las crisis, y mipymes a las empresas privadas, y así sucesivamente.

De nada te sirvió “quemar” al Gil de Gil, pues el hambre no deja ni pensar en él. El chisme duró poco entre los cubanos. Allá Gil que siempre fue un “vivebien”, la candela en las casas sobrepobladas por calderos vacíos y con los focos vacíos de luz. Una vez más, tratando de replicar el escándalo de Ochoa, pero desfasado por completo.

Te sigo de cerca, a ver con qué te apareces ahora…

Sin más, sin luz, sin corriente…

Leo

 

 

 

 

 

 

 

 

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Leopoldo Avila Jr.

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