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PROTESTAS CONTRA LOS APAGONES

PROTESTAS CONTRA LOS APAGONES
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Protestas contra los apagones. Vivir en apagón es el día a día de los cubanos, no hay respiro ante la ausencia de la electricidad. Si se hace un conteo de las horas en que los hogares cubanos han tenido energía eléctrica en los últimos 6 meses, habría que decir que lo que ha habido son alumbrones. Ya la UNE (Unión Eléctrica de Cuba),  no tiene un pretexto nuevo para consolar a sus usuarios, el último de ellos ha sido, el déficit de combustible, y solo ha generado incredulidad en el cubano de a pie que se pregunta adónde ha ido a parar tanto petróleo regalado por Venezuela y las recientes “ayudas” enviadas por la mexicana PEMEX.
La incertidumbre sobre el fluido eléctrico nacional afecta todos los renglones económicos y sociales. Las pocas industrias que todavía sobreviven a la debacle económica deben detenerse o reducir su producción para ceder megawatts al sector residencial. Centros de salud y educacionales reducen su consumo al mínimo, los primeros llegan a encender sus plantas eléctricas en las noches. La escasez de combustible ya ha finiquitado lo que quedaba del transporte urbano estatal, y los particulares que lo consiguen se ven obligados a pedir precios estratoféricos por sus servicios.
La cotidianidad de los cubanos se vuelve una espera interminable del alumbrón diario de 4 a 6 horas porque sin la corriente no se puede hacer nada. Para muchos la bancarización forzada del país llegó para peor, ahora ya no puedes sacar dinero del cajero por falta de efectivo y corriente, y realizar un pago electrónico es difícil sin el fluido porque las conexiones inalámbricas se ralentizan aun más.
A la espera del alumbrón, trabajadores y vecinos se sientan en las afueras de centros laborales y hogares matando el tiempo mientras comentan que “esto no da más”, es vox populi que el sistema comunista está colapsado. Nadie cree en la resurrección del cadáver socioeconómico implementado por el castrismo.

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Los apagones diarios son los momentos más vulnerables del control del sistema, y ellos lo saben, por eso en las noches más oscuras despliegan sus fuerzas represivas subrepticiamente en parques y avenidas, el explosivo cóctel de hambre y oscuridad llama a la protesta espontánea, esa que lograron reprimir el 11J, y temen que se repita porque una segunda edición acabaría con la dictadura.

El susurro inconforme que ocurre durante el apagón cada día es más audible, el amparo de la oscuridad permite el anonimato, ya se han escuchado gritos de Díaz-Canel singao y abajo Fidel. Se multiplican los carteles de abajo la dictadura, y también del presidente designado. Al amanecer de cada apagón nocturno las fuerzas represivas, policías y seguridad del estado, investigan estos graffitis con los “fáctores” de la comunidad, partido y CDR, buscando “desafectos” y “delicuentes”, para al final tapar el graffiti con una pintada, y marcharse sin encontrar culpables.
La protesta anónima del apagón trasciende la nocturnidad, concientiza a un pueblo que comprende que el sistema eléctrico nacional está colapsado. Las termoeléctricas chatarreadas  ya no dan más, se necesita renovar toda la industria, pero la descapitalización del país no lo permite. Así que los apagones se multiplicarán al igual que los pretextos: déficit de combustible, lentos mantenimientos, roturas y salidas inesperadas del sistema. A menor eléctricidad mayor disconformidad, una fórmula de la que puede venir la caída definitiva del castrismo con la salida en masa a las calles de un pueblo hambreado y sin futuro.
Maricel Nápoles González

Maricel Nápoles González

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