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LA ORDEN DE COMBATE CONTRA LOS ARTISTAS E INTELECTUALES CUBANOS SIGUE DADA

LA ORDEN DE COMBATE CONTRA LOS ARTISTAS E INTELECTUALES CUBANOS SIGUE DADA
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La orden de combate contra los artistas e intelectuales cubanos sigue dada. El régimen cubano está listo hace muchos años para mandar sobre un cementerio si es necesario, sobre la nada, sobre las ausencias de los millones que huyen de la isla en busca, más que de mejoras económicas, de la libertad de acción y expresión que concede el descanso que merece el espíritu.

Pero aunque la isla de Cuba se convierta en un desierto más seco que el Sahara, la dictadura castrista no cesa en seguir acosando a los que aún quedan, en seguir sitiando, aterrorizando, reprimiendo y abusando de las voces disidentes. Es un intento vano de anular la voluntad y la inteligencia humana, pero el castrismo hace mucho es un intento absurdo y hueco de sistema político funcional.

Entre las decenas de miles de cubanos que huyen de la isla, es notorio el número de artistas e intelectuales que han abandonado la tierra que los vio nacer en los últimos dos o tres años. El arte cubano apenas existe ya en territorio insular, y se ha desplazado a otros lugares del mundo. Pero a los que quedan, el régimen se encarga de recordarles que solo les queda el exilio como opción, la fuga como alternativa única. Y se lo recuerdan con golpes, sangre y terrorismo.

Alrededor del pasado 26 de enero, el poeta y promotor cultural Ian Rodríguez, que actualmente reside en la ciudad de Santa Clara, fue apaleado por dos sujetos duchos en artes marciales y el uso de tonfas, patrimonio exclusivo de las fuerzas represivas del régimen como la policía o las Avispas negras.

Poco o nada hicieron para disimular que era un asalto común, pues según el testimonio publicado por Rodríguez en su perfil de Facebook, ni siquiera le robaron su billetera, sino que se concentraron en sus dispositivos de almacenamiento de información: su celular, su laptop, discos duros y memorias flash. ”Toda mi obra nueva se fue con una golpiza en apenas 10 minutos”, resumió el intelectual.

Y por si fuera poco, el que más lo golpeó se concentró en “desbaratarle” la boca, susurrándole siniestramente al oído: “Esto es para que te calles, no te dediques a hablar tanta mierda”. Más que el Lada en el que se marcharon luego de la golpiza, esta frase resume todo el odio de una dictadura contra los que le demuestran que no rige en sus mentes.

Rodríguez comentó además que “sin el menor ánimo de resultar paranoico, y aunque aún estoy en shock, les puedo asegurar que no puedo considerarlo un acto fortuito, otro lamentablemente hecho vandálico que nuestra sociedad está padeciendo de manera profusa”. Fue un ataque planificado y ejecutado con intenciones muy claras por seres más oscuros que una noche sin estrellas.


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Pocos días después, durante la madrugada del pasado miércoles 31 de enero, otro poeta cubano de los que aún permanecen en la isla fue víctima de un acto menos dañino para su cuerpo, pero igualmente intimidatorio y violento. La casa de Ghabriel Pérez, residente en la ciudad de Holguín, fue apedreada por la noche.

“Desde hace tiempo los amigos no se cansan de advertir que estoy en peligro, pero yo me he mantenido prefiriendo confiar. Siento que mis palabras y mis acciones van en marcha con el pensamiento martiano y mi fe cristiana”, comentó en su perfil de Facebook quien no cesa de criticar al régimen en sus redes sociales.

A renglón seguido comentó el escritor que “varias veces desperté sintiendo golpes en la puerta, en una ventana, en las paredes (vivo en una esquina) y siempre lo adjudicaba a las pesadillas. Pero el cristal roto de la ventana que da al portal, dice otra cosa. Fue la mano del prójimo. Me imagino a ese hombre al que también llaman: el enemigo”, refiere.

“Fui a la sala, en puntas de pie, para ver los vidrios y la piedra”, describe su reacción tras el atentado. “No me pareció prudente abrir la casa a la oscuridad de la noche, puerta a puerta a una bodega sin custodios”. La desprotección es absoluta para el pueblo cubano, y más para quienes son marcados por los represores como objetivos.

“Recuerden que yo no sé mentir. Les debo confesar que, cual Virgilio: tengo miedo”, refiere Pérez. “El autor de La isla en peso se lo dijo a la bestia. Yo lo digo a pesar de la bestia, que ya no está. Pero su espíritu maligno todavía ruge. Parece ser que, contra algunos, ¡la orden de combate está dada!”, denuncia el poeta.

“Le temo más al hecho de una segunda piedra, esa que descubrí al amanecer, la que incrustaron a fuerza de puño en la madera débil de la puerta. No dejo de preguntarme si implica un mensaje. ¡No fue lanzada! En el piso hallé hojas de las plantas del portal, o sea, entraron a colocar la piedra”, detalla la segunda amenaza directa contra su integridad y su vida.

La dictadura castrista quiere que todos los que piensan callen, convirtiéndose en cómplices de sus estupideces y ambiciones, so pena de expulsarlos o matarlos si es necesario. Para eso se vale de los métodos más crueles, dignos del crimen organizado, de los terroristas.


 

POETA IAN RODRÍGUEZ A SUS ASALTANTES: “PA’ QUE SEPAN QUE NO ME VOY A CALLAR NI MUERTO”

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