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LA SOLUCIÓN NO ES EL SOCIALISMO

LA SOLUCIÓN NO ES EL SOCIALISMO
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La solución no es el socialismo. El paquetazo económico del gobierno cubano para reconducir la economía es una incertidumbre. Su posposición por un virus informático en el sistema de comercialización y la reciente destitución de uno de sus principales defensores, el ministro Gil Fernández, delatan el desconcierto de la cúpula castrista insegura de que sus medidas saquen al país de la crisis generada por su fallido sistema centralizado, y temerosos de un estallido popular.
El desasosiego se apodera de la población, pues aún con el paquetazo retenido, sufre la subida de precios de los insumos, y del dólar que se acerca a los 300 pesos. “Por lo menos el virus sirvió para que no implementaran la subida de los precios, iba a ser muy duro para nosotros, aquí no hay guaguas, casi todo el transporte es particular: camiones, camionetas, motos, pisicorres, todos particulares”, dice Francisco que trabaja en una bodega. “La íbamos a tener difícil aquí en Santiago, porque las guaguas son muy pocas, no tienen gomas, o están rotas. Nos movemos gracias a los particulares”.
La improvisación parece ser la bujía económica del gobierno cubano que no acierta desde la Tarea ordenamiento. Sufrimos el optimismo displiscente de Murillo, y la poca credibilidad de Gil. Nosotros, el pueblo cubano, estamos a merced de una dirigencia obtusa, marcada por un desconocimiento elemental de las leyes económicas, y regida por fanatismos políticos. Vetados del derecho democrático de elegir a nuestros gobernantes, nos toca ver cómo se desmorona el país.
Los cubanos somos conejillos de indias de un experimento socioeconómico que desde su primera implementación, en 1917, solo ha generado pobreza y represión a su pueblo. El comunismo  antillano en su degeneración entrona a líderes incapaces de crear políticas independientes de los dictados del anciano general que los elige.
“La única salida es la Revolución y el socialismo”, respondía Gil a las críticas populares a su fallida gestión económica. La Revolución socialista lo sacrifica, es el chivo expiatorio de un gobierno que se justifica ante las masas. Pero el pueblo cubano sabe que no son Gil, Murillo o Vásquez, el nuevo ministro de economía, los culpables de la devastadora crisis que asola el país.
“Pueden cambiar los ministros que no van a resolver nada, lo que hay que cambiar es el sistema que no sirve”, dice Jesús profesor de Computación. “Liberen las fuerzas productivas, suelten el monopolio de la importación, y creen un marco jurídico para la protección de los inversores. Yo no soy economista. Mira, no hay una empresa estatal que sirva, casi todas están cerradas porque no tienen materias primas, o las maquinarias son viejas y no dan más”.
“La fábrica de refrescos, pastas y caramelos, la de almohadillas sanitarias, la de galletas, la textilera, la de ron, todas están cerradas. Busca una industria aquí en Santiago que esté abierta, y cuando lo está, es por pocos días porque trajeron un poquito de materias primas hacen la producción y cierran. Esa es la ineficiente empresa estatal socialista. La solución de Cuba está fuera del socialismo”.

Maricel Nápoles González

Maricel Nápoles González

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