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JORGE PERUGORRÍA: PREMIO NACIONAL DE TRAICIÓN AL CINE CUBANO

JORGE PERUGORRÍA: PREMIO NACIONAL DE TRAICIÓN AL CINE CUBANO
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Jorge Perugorría: Premio Nacional de Traición al Cine Cubano. Este domingo el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC) opera una de sus maniobras políticas más importantes a favor del desconocimiento y la anulación oficialista de la Asamblea de Cineastas Cubanos (ACC), que desde junio del año pasado viene agrupando a la mayoría de la gente de cine cubana y reclamando justas reivindicaciones para el sector.

El régimen, aunque amagó con aceptar el diálogo, atender y entender las demandas de esta organización de la sociedad civil y del arte, optó tras varias reuniones, por ignorar la existencia de la ACC y volcar sus esfuerzos en “fortalecer” un decadente ICAIC a golpe de carnavalización y división de la comunidad de cineastas cubanos.

Este domingo, recibe el Premio Nacional de Cine el actor Jorge Perugorría, más conocido por interpretar el personaje de Diego en el filme Fresa y chocolate de 1993, dirigida por los ya fallecidos directores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.

De manera paralela, la Asamblea había consensuado una propuesta para este premio que concede la institución, más como un gesto simbólico que como un factor a tener en cuenta por los represores que dirigen la institución, encabezada por Alexis Triana, célebre por expresar recientemente que determinado director estrenaría “su primera ópera prima”. Basta este error elemental y a la vez garrafal para demostrar que este personaje no sabe nada de cine. Su función es seguir administrando en nombre de la dictadura, dividir a los cineastas cubanos y “lavar” la imagen del ICAIC.

Volviendo a la ACC: el voto favoreció al también actor Luis Alberto García, gran rostro masculino del cine cubano, protagonista de inolvidables películas como Clandestinos, Adorables mentiras, La vida es silbar, la serie de cortometrajes independientes de Nicanor O´Donell, entre muchos. Además, es uno de los voceros más importantes de la Asamblea, a quien ha brindado su prestigio para remarcarla en el contexto cultural cubano.

Claro, Luis Alberto García ya se había mostrado “desobediente” en medio de actos oficiales. El pasado año, en el Festival de Cine de Gibara, cuando recibió el premio Lucía por la obra de su vida, se lo dedicó a la ACC. Con esto se ganó que fuera anulado de todos los reportes de medios oficiales y desterrado de todas las mesas públicas celebradas en el evento. Nótese que hasta hace poco, este festival fue presidido por el propio Perugorría, quien lo “devolvió” a Sergio Benvenutto Solás, sobrino de Humberto Solás.

Tanto el “Pichi”, como se conoce a Perugorría, y Benvenutto, tienen mucho que perder si alzan la voz a favor de la Asamblea de Cineastas Cubanos. En las primeras fotos publicadas por Triana de sus reuniones de presentación con sus nuevos subordinados, Sergio aparece atendiéndolo muy atento.

Recuérdese que la propia ACC emitió un severo comunicado contra el nombramiento de Triana como presidente del ICAIC, en medio de los momentos más tensos del no-diálogo entre ambos polos. Esto no fue ni será olvidado por Triana, un personaje conocido por su soberbia, su egolatría, su corrupción y su predisposición a la violencia.

Gracias a fuentes cercanas a Conektados, se conoce que varios cineastas que han ganado los fondos de producción que concede el ICAIC al cine independiente cubano, han sido presionados para que no empleen a Luis Alberto García en sus películas. Y es muy común escuchar a Triana hablar de “los nuestros”, para referirse a los cineastas que no comulgan con la Asamblea y por eso disfrutan de algunos privilegios que prodiga el ICAIC, como viajecitos a la India, o a República Dominicana en primera clase.


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Perugorría, todo un potentado millonario asentado en Santa Fe, en el municipio habanero Playa, le “debe” todo a la Revolución, que le ha permitido mantener una vida lujosísima, que incluye una red de negocios centrados en la Galería Taller Gorría, con sede en el empobrecido barrio de San Isidro en La Habana Vieja, el lujoso hostal-bar-restaurante Yarini, que ocupa todo el edificio sobre el Taller, el antológico Club 23 de la Rampa y el actual Festival Isla Verde, con sede en la Isla de la Juventud.

Por eso aceptó este Premio Nacional de Cine en detrimento de su mucho más meritorio colega, a sabiendas (sin dudas) de la maniobra que lo toma como punta de lanza. Perugorría acaba de traicionar a todos sus colegas, y dejó pasar la oportunidad de rechazar el premio en un gesto de dignidad, a favor de mantener sus mezquinos privilegios. El premio no es para él, sino contra la Asamblea de Cineastas Cubanos. Al recibirlo en medio de sonrisas hipócritas y luces vacías, “Diego” se convierte en cortina de humo contra la sociedad civil cubana, en un simple “muñecón de carnaval” que Alexis Triana y sus jefes del Ministerio de Cultura agitan a capricho.

Perugorría no es un buen actor, la historia del cine cubano solo salvará su participación en Fresa y chocolate y quizás su previa intervención en el serial de aventuras Shiralad. Pero más allá de eso, es un traidor, un servidor de la dictadura que se empeña en vivir de espaldas a la realidad de su país y del cine de su país. Mientras engrosa riquezas en su red de negocios enmascarados casi todos en causas nobles como la acción comunitaria (Taller Gorría) y la ecología (Festival Isla Verde). No es mejor que Yarini…


https://youtu.be/1URTmhRS8l0?si=t6I2P0QP1csWj_Sz

ASAMBLEA DE CINEASTAS CUBANOS: “CUALQUIER SIMULACRO DE GUERRA CULTURAL ENUNCIADO EN ESTE MOMENTO NO TIENE OTRO FIN QUE EL DE DIVIDIRNOS COMO GREMIO”

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