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JOSÉ MARTÍ: “QUE LA REVOLUCIÓN NO SEA EL TRIUNFO DE UN BANDO TEMIBLE”

JOSÉ MARTÍ: “QUE LA REVOLUCIÓN NO SEA EL TRIUNFO DE UN BANDO TEMIBLE”
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José Martí: “Que la Revolución no sea el triunfo de un bando temible”. Los jolgorios ridículos que orquestan los deprimentes propagandistas del régimen totalitario castrista cada 28 de enero, parecen querer acallar la voz del cubano más disidente de toda la historia: José Julián Martí y Pérez, nacido un día como hoy hace 170 años. La dictadura monopartidista que se dice martiana no ha hecho más que alejarse durante sus sesenta y tantos años de los preceptos democráticos y libertarios del bautizado como Apóstol de Cuba por el pensador Jorge Mañach.

Profético parece el Héroe Nacional cuando desde el siglo XIX nos dice: “Que la Revolución no sea el triunfo de un bando temible por glorioso, y por haber logrado solo la gloria, —arrogante, ignorante, lleno de los vicios, odios y ambiciones nacidas de la guerra, y exclusivo”. 

En pocas palabras parece definir al Partido Comunista único que desde 1965 se alza sobre Cuba como un terrible dios Saturno, poseído por un hambre tan insaciable y descomunal que no deja de devorar a todos los hijos de Cuba que pueda. Precisamente la “revolución” que triunfó en 1959 fue patrimonio siempre de un bando “temible”, el Movimiento 26 de Julio fundado por Fidel Castro en uno de sus primeros raptos ególatras —que luego lo llevaría a nombrar una provincia y al periódico de su Partido como el yatecito en que arribó a Cuba en 1955.

El M-26-7 fue un bando hegemónico y soberbio, lleno de “vicios, odios y ambiciones” y sobre todo “exclusivo”. Este rasgo tendencioso fue en aumento día a día desde los primeros tiempos del mandato totalitario de Fidel Castro sobre Cuba. De ahí se desprende sus “amenazas a los Intelectuales” en una época tan temprana como 1961, cuando les dejó claro que “dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho”.

El entonces emergente tirano realmente quiso decir: “Conmigo y mis amigos todo, contra mí ni Dios”, dejando claro su absoluta autoridad sobre los destinos de la nación y su pueblo. Y como contraparte a la revolución castrista, cuyo verdadero y único objetivo era entregarle las llaves del reino al nuevo y más terrible dictador, aparece otra cita martiana de temible clarividencia: “Una revolución es necesaria todavía: ¡la que no haga Presidente a su caudillo, la revolución contra todas las revoluciones: el levantamiento de todos los hombres pacíficos, una vez soldados, para que ni ellos ni nadie vuelvan a verlo jamás!”. Así fue publicado en el periódico mexicano El Federalista el 7 de diciembre de 1876, como parte del artículo Alea jacta est


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Aún estamos por esa cada vez más necesaria “revolución contra todas las revoluciones”, que derroque a los caudillos herederos, a los sirvientes rastreros, a los represores abyectos.

“Revolucionar no es retardar”, sentenció Martí en su artículo España, publicado en La Opinión Nacional de Venezuela, el 31 de octubre de 1881. Tal parece que se lo espeta en la cara a Fidel, a su medio hermano Raúl, a sus generales nonagenarios, a sus obsesos sátrapas civiles que mal gobiernan la isla en nombre del clan Castro. Pues la revolución de 1959 se dedicó siempre a retardar el desarrollo socioeconómico de Cuba, a retardar el florecimiento de las libertades civiles, a retardar la toma de conciencia del pueblo como sociedad activa y no como ciervos pasivos. Toda decisión tomada, cada orden dada por el castrismo es retardataria, anti desarrollista, anti democrática, anti prosperidad del pueblo. La revolución ha retardado una y otra vez a los cubanos la posibilidad de ser felices.

Pues la “justicia, la igualdad del mérito, el trato respetuoso del hombre, la igualdad plena del derecho: eso es la revolución”, escribió el Apóstol en el artículo Los cubanos de Jamaica y los revolucionarios de Haití, que aparece en la edición del 31 de marzo de 1894 del periódico Patria. Y el castrismo es justo lo contrario: injusticia, desigualdad, favoritismo, irrespeto a la dignidad y la libre expresión de los seres humanos, carencia casi absoluta de derechos. Es la sombra retinta que persiste en anular a Martí, borrar sus palabras, tergiversa su pensamiento, matándolo en cada aniversario de su nacimiento, en cada cubano reprimido, preso, hambriento, exiliado.

El cumpleaños de José Martí no es un fetecún de los energúmenos entusiastas y oportunistas de la UJC y el Partido, sino un llamado a pensarnos como nación, a perderle el miedo a la tiranía pseudo revolucionaria, a ser libres.

 

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